Fanfic: Behind the bars (Super M) Capítulo 10

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Fanfic: Behind the bars (Super M) Capítulo 10

Autora: YASSGY0MIE

Fanfic: Behind the bars (Super M) Prologo

TEN P.O.V

Tras preparar todo lo que debía para después bajar al subterráneo con los demás y seguir trabajando en nuestra fuga, salí al patio porque Lucas competía contra JungKook y se sabría quién es el más fuerte y listo de ese zulo en el que estábamos.

La gente estaba sentada en el suelo y observaban la gran final femenina de Momo contra JiSoo, que habían conseguido eliminar a SooJin el día anterior. Vi a TaeMin desde lejos, sentado solo en primera línea, apoyado en una pared, y estaba solo porque nadie se atrevía a acercarse, mientras que a mí me parecía la mejor compañía y aprovechaba cualquier momento libre para estar con él, porque algo había en TaeMin que me estaba enganchando a él.

-¿Qué hay? – me senté a su lado y me acomodé apoyándome en la pared y mirando la pelea entre la capo de la Yakuza japonesa y la capo de la venda de las mejores armas de Corea, también socia de TaeYong.

-Pasando el rato – dijo él dándome su cigarro medio acabado.

Yo me lo acabé en el mismo tiempo que tardaron en finalizar la primera ronda, ganando JiSoo y empatando a Momo.

-¿No se han llevado a TaeYong aún? – pregunté mirando cómo esperaba a que Mark saliese del baño, fruncí el ceño y encogí las rodillas.

-No, y no parece que vayan a hacerlo – él se movió pasando un brazo por mi pierna, con la mano en mi rodilla y recostándose un poco sobre mi cuerpo.

-No puede significar nada bueno – negué con la cabeza tirando la colilla al suelo y él suspiró, yo miré hacia otra dirección que no fuese TaeYong, que ya se acercaba a nosotros, y sonreí – ¿nueva pareja en la casa?

-Sí – sonrió – ChanYeol y Rosé, ¿Cuánto durarán? ¿Dos días? – bromeó él, haciendo referencia en que ahí las parejas duraban nada, siempre eran interrumpidas con sexo descontrolado con otra persona o por cualquier cosa que los metiese en líos, la cárcel no era lugar para relaciones aunque yo no estuviese de acuerdo con eso.

-Has apostado alto esta vez – reí y él giró la cabeza para mirarme a los ojos, ya no me intimidaba su mirada, en absoluto, últimamente me transmitía otras cosas.

-¿A cuánto van? – preguntó BaekHyun sentándose al otro lado de TaeMin, y yo suspiré, porque me habría quedado más tiempo mirando sus ojos.

-Uno a uno – contestó él apartando la vista hacia delante y yo hice lo mismo cuando TaeYong y Mark se sentaron a mi otro lado.

-¿Y tú que cojones haces aquí? – preguntó Kai chocándole la mano a TaeYong cuando llegó – deberían estar torturándote.

-Eso es lo que me preocupa – dijo él en un suspiro.

-¿Crees que está pasando algo? – pregunté yo mirándolo.

-Claro que está pasando algo – sonrió – su pasatiempo favorito es torturarme, si no lo están haciendo ahora es que han encontrado algo mejor que hacerme.

El grito colectivo de nuestro alrededor lo cortó, había ganado nuestra líder y JiSoo estaba tirada en el suelo mientras Momo celebraba su victoria con orgullo, se veía venir pero ninguno esperábamos que tuviesen que levantar a JiSoo del suelo de lo machacada que la había dejado.

Mientras Momo se retiraba de la zona de pelea, vimos a Lucas prepararse en una esquina del ring que nosotros mismos delimitábamos, él se quitó la camiseta, como JungKook al otro lado, y mientras a el segundo Momo lo ayudaba enredándose los nudillos con las cintas negras, a Lucas lo ayudaba JaeHyun, que por lo visto hacía años participaba en las peleas ilegales de Corea y era el mejor, no entendía por qué no se había presentado a esas.

Todos nos acomodamos cuando Lucas y JungKook empezaron la pelea, TaeMin se recolocó a mi lado y apartó la mano de mi rodilla para ponerse recto y poner toda su atención en Lucas, todos queríamos que ganase y lo veíamos capaz, así bajábamos a JungKook del pódium dónde estaba.

La pelea estuvo reñida y cada vez se tornaba más violenta porque eran dos personas con ese perfil, violentas, y le estaban dando a todo el mundo el espectáculo que esperaban, hasta que Lucas cayó al suelo delante nuestro por un fuerte puñetazo de JungKook, que ya levantaba los brazos victorioso.

-Lucas – TaeMin lo nombró y él levantó la cabeza del suelo pero en vez de mirar a TaeMin miró a BaekHyun de reojo, que estaba más pendiente de mirar a JungKook con cara de asco que de Lucas.

Se levantó y cogió impulso para propinarle un puñetazo en el estómago que lo dobló y aprovechó para darle otro en la cama que lo dejó en el suelo, todos gritaron para ovacionar a Lucas y TaeHyung se acercó a JungKook para comprobar que estaba bien pero que no podía continuar con la pelea, cogió el brazo de Lucas y lo alzó para darle la victoria.

A eso todos nos levantamos  y corrimos hacia él para celebrarlo, BaekHyun fue el que mejor lo pilló porque literalmente se le subió de un salto encima y mientras nosotros y alguno más lo felicitábamos, observé como TaeMin se acercaba a JungKook, sentado en el suelo y abatido mientras esperaba a que Momo volviese de la celda para ayudarlo con la dislocación del hombro, TaeMin le tocó el hombro, le dijo algo con su típica sonrisa y JungKook escupió con rabia al suelo.

-¿Quién ha sido? – todo el patio escuchó el grito desgarrador de Momo desde la puerta del edificio, haciendo que todos nos girásemos a mirarla, ella llevaba a una chica en brazos, inconsciente y llena de sangra – ¿quién la ha matado?

-Mina – susurré yo reconociendo a la chica, era mi compañera de celda y enseguida desvié la mirada hacia JiSoo, sentada en el suelo, sabía que ella tenía problemas con Mina y con dinero de por medio.

-Yo – JiSoo levantó la mano – he sido yo – se levantó y sonrió con orgullo.

-Menuda zorra – Momo la fulminó con la mirada.

-Joder, sí que es entretenido este agujero – bromeó Haechan riendo y sentado en un banco alejado de todos nosotros.

Tuvieron que parar a Momo, que se iba a abalanzar sobre JiSoo y JungKook no podía permitir eso si quería seguir controlando el imperio. Yo me acerqué al cuerpo yaciente de Mina y le tomé el pulso, nada, tenía más de veinte puñaladas en el estómago.

-Joder, Mina – susurré mirando a los chicos de pie a mi lado.

-Eso significa nueva presa – dijo Mark tocando con la punta del pie la pierna de Mina – lo siento, tío, te llevabas bien con ella – puso su mano en mi hombro y me levanté.

-No importa – negué con la cabeza, me sabía mal, pero no me afectaba en especial, era una simple compañera de celda – ¿vamos? – miré a TaeMin.

-Sí – asintió Lucas pasándose la toalla blanca por la boca ensangrentada – ahora están todos distraídos y tratando de que Momo no cree una masacre – dijo mirándola desde abajo.

-Espero que en la cama sea igual – bromeó Kai.

-No, tío, en la cama es mejor – sonrió Lucas empujándolo un poco para que empezase a caminar.

Pasamos completamente del tema de la muerte de Mina, que nos iba ni nos venía porque era cosa de tías y tampoco teníamos que tirar de la cuerda de JiSoo si no queríamos acabar como Mina. Además teníamos cosas mejores que hacer, TaeMin había avanzado en su investigación de sobre como atravesar la pared de hormigón así que bajamos todos de nuevo al subterráneo.

-Qué bonitos recuerdos – dijo BaekHyun irónicamente pasando por al lado de la placa que estuvo pisando durante quince horas sin que explosionase – casi vuelo por los aires aquí.

-Cállate, BaekHyun – le pidió TaeMin poniéndose frente a la gran pared que teníamos que atravesar – y escuchadme con atención – suspiró y se sacó un lápiz del bolsillo, todos retrocedimos un paso para dejarle espacio y nos quedamos en silencio – la pared está fragmentada y formada por elementos sostenedores, que si los tocamos se derrumba el techo – empezó a medir la pared con las palmas de las manos y a dibujar puntos gruesos como si lo hiciese al azar, pero enrealidad lo tenía todo calculado – así que vamos a perforar en estos siete puntos – dijo observándolos cuando ya estaban dibujados – son dos metros y medio de pared y es importante que no nos desviemos – nos advirtió – después tiraremos la pared abajo, la que queda entre los siete puntos.

-Sí – Lucas asintió con la cabeza – ¿y cómo perforamos dos metros y medio de hormigón? ¿Con el lápiz? –

TaeMin solo giró la cabeza para mirar a TaeYong y ambos sonrieron cómplices.

-Mañana llegará un martillo percutor para hacer los siete agujeros – dijo TaeYong – y en dos días un par de martillos electroneumáticos con cinceles, para tirar la pared.

-¿Cuándo os habéis sacado la ingeniería? – preguntó BaekHyun mirándolos como si acabasen de hablar en otro idioma – me tenéis hasta los cojones de tanto cultismo.

-Un martillo y un taladro – le tradujo Mark.

-Exacto – TaeMin se giró a mirarnos – pero tenemos que ir a buscarlo nosotros, tenemos que entrar en el otro edificio, como entraron BaekHyun, Lucas y Ten, pero esta vez tenemos ventaja porque tenemos acceso a las cámaras de seguridad y lo podemos controlar mejor.

-Yo quiero entrar – se ofreció Kai, tan kamikaze como siempre.

-Haremos dos turnos de tres, menos Ten, tú te quedarás a vigilar las cámaras – TaeMin me miró y asentí con la cabeza.

-¿Cuánto estimas que tardaremos en atravesar la pared? – preguntó Lucas.

-No me preocupa el tiempo, me preocupa lo que hay detrás – dijo TaeMin en un suspiro.

-¿Qué hay detrás? – preguntó Mark.

-El conducto del agua, un túnel que sigue este, de unos dos metros de ancho y de alto que se llena de agua una vez al día y pasa a gran velocidad – nos informó él – y después hay que atravesar otra pared, que lleva a por dónde continuaremos nuestro camino.

-Qué manera de jugarse la vida – suspiró BaekHyun.

-Eso es lo divertido – rió Lucas.

-Encontraré la manera de atravesarlo sin que inundemos la cárcel – nos aseguró TaeMin y todos asentimos, puede que no confiásemos demasiado en TaeMin por ser quién era, pero una cosa si teníamos claro, su mente podía sacarnos de ahí.

BAEKHYUN P.O.V

Caminaba esposado y escoltado por cinco guardias federales, o así se hacían llamar ellos, por el edificio desde dónde ellos se reían de nosotros, caminaba por esos pasillos que ya había recorrido con Lucas y Ten una vez, y observaba cada pared como si fuese la primera vez.

No sabía que hacía ahí, los altavoces me despertaron de mi siesta y me pedían que me acercase a la puerta, ahí me esposaron y me llevaron al otro lado, al lado de los “buenos”, para torturarme, tal vez, por alguna cosa que hubiese hecho, para intimidarme o algo así, había tantas opciones que solo podían sorprenderme.

-Siéntate – me retiraron una silla de plástico frente a una mesa y yo obedecí, me esposaron los pies a las patas y me dejaron las muñecas esposadas, me gustaba que me tratasen así, me tenían miedo y eso me satisfacía – quédate aquí, tienes visita.

-No me muevo – negué con la cabeza sonriente y el guarda se marchó, dejándome solo en esa pequeña habitación.

Al minuto entraron un hombre y una mujer de unos cincuenta y largos pero muy bien conservados, ambos se sentaron frente a mí y me miraron con dureza y frialdad, demasiada para que a quién mirasen se tratase de su hijo.

-Hola, cariño – me saludó mi madre inspeccionándome bien, hacía años que no nos veíamos, no me llevaba especialmente bien con mi familia.

-Mamá – incliné la cabeza – papá – hice lo mismo y sonreí cínicamente – que grata sorpresa.

-Cállate, BaekHyun – me ordenó mi padre, me odiaban, sabía que lo hacían.

-Que ganas teníais de verme, por lo que veo – ironicé entrelazando mis dedos sobre la mesa – ¿a qué habéis venido?

-Ya sabes a que hemos venido – siguió mi madre – llevamos atrasando tu boda durante dos años, BaekHyun, es la hora.

-Ya – suspiré – no voy a casarme, mamá. Te lo dije una vez y te lo vuelvo a repetir. No.

-No es decisión tuya – habló mi padre – la boda está planeada desde que la niña nació, hace diecisiete años, BaekHyun, debías casarte con RyuJin cuando ella cumpliese quince.

Shin RyuJin era la hija de unos de los líderes de la mafia de crímenes organizados de China, mis padres lo fueron de Corea, yo heredé su poder, más bien se lo quité. Pero ellos, para conservar la buena vida, el dinero y la fama me vendieron, pactando una boda con una chica diez años más joven que yo, ni siquiera la conocía. Cuando me lo dijeron me negué y solo por eso y por haberles robado todo su poder, se enfadaron muchísimo, más lo hicieron al enterarse de mi sexualidad, eran tan imbéciles que realmente creían que estaba enfermo. Por eso me odiaban y aunque pareciese estar bien con ello, en lo más profundo de mi corazón me dolía, porque eran mis padres y, joder, los quería.

-No voy a casarme con nadie que no quiera – sentencié muy seguro de mis palabras.

-Vas a casarte, BaekHyun – gritó mi madre dando un manotazo en la mesa – y la vas a dejar embarazada, como se acordó.

-Lo que tú digas – suspiré poniendo los ojos en blanco – ¿qué opina RyuJin sobre esto?

-Ni lo sé ni me importa – dijo mi padre – así van las cosas, hijo.

-Ya, pero ya soy mayorcito para elegir mi destino, ¿no creéis? – sonreí con cinismo – si lo que queréis es una boda de vuestro hijo, la tendréis, pero no con RyuJin.

-Tú no vas a cambiar la tradición – sentenció mi madre sacándose un montón de folios grapados de su bolso – RyuJin ya lo ha firmado, solo quedas tú y estaréis oficialmente casados.

-No me jodas – susurré pasando las hojas en las que, efectivamente, RyuJin había firmado para casarse conmigo.

-Aquí tienes – mi padre me dio un bolígrafo y me señaló con el dedo el primer sitio dónde debía firmar.

No me esperaba que ya trajesen los papeles, creía que tardarían otras dos semanas en hacerlo, que aún tendría tiempo de negarme pero tenía los papeles frente a mí, así que el siguiente paso ya era ver a RyuJin en un Vis a Vis, así era la tradición.

Miré a mi madre a los ojos, la mujer que me había parido, la que más cariño me había brindado siempre y de la que mejores recuerdos tenía, hasta que el poder y la agonía la absorbió, como mi padre. Y me dolía que esos ojos ya no me mirasen igual, ya ni siquiera parecía considerarme su hijo, simplemente un puto objeto que le beneficiaba.

-BaekHyun – puso su mano sobre la mía, sobre la que no aguantaba el bolígrafo – firma – dijo con algo más de suavidad – no tendrás que amarla, podrás seguir follándote a todos los tíos que quieras – escupió con asco esa última frase y también me dolió, porque nunca lo aceptaban.

-Vete a la mierda, mamá – agaché la cabeza y solo firmé, prefería firmar a seguir escuchando sus palabras asquerosas hacia mi persona – ya lo tenéis – les acerqué las hojas y dejé el bolígrafo en la mesa – me voy – me puse en pie pero no pude moverme más, porque estaba atado a la silla.

-Bien, hijo – asintió mi padre – vendrá RyuJin próximamente – él también se levantó.

-Salgo de aquí en cuarenta y tres años – dije – tendré más de sesenta y eso si salgo – sonreí con ironía – ¿la dejo embarazada? Porque yo no voy a cuidar de ese bebé, porque no puedo.

-No tienes que hacerlo, ni siquiera ella si no quiere, solo tiene diecisiete años, nosotros y sus padres cuidaremos de vuestro hijo si es necesario – ella hizo un gesto con la mano al guardia para que viniese a desatarme y yo agaché la cabeza.

-Espero ser estéril, de verdad – murmuré mirando cómo me desataban los pies y sabiendo que tenía la dura mirada de mis padres puesta en mi – hasta pronto, supongo – me despedí de ellos con la cabeza y el guardia tiró de mi para que empezase a caminar fuera de la sala que me estaba ahogando de tanta presión y tensión.

Me sentí más liberado al salir, mientras caminaba hacia el patio dónde estaban todos, era irónico sentirme libre en la cárcel pero era como me sentía, porque mis padres me encerraban directa e indirectamente, por mucho que no lo pareciese. Estaba exhausto y sin palabras, porque al final tenían lo que querían, yo estaba oficialmente casado con una chica de diecisiete años, que no conocía ni su rostro, y que cuando lo hiciese tenía que dejarla embarazada, ese mismo día. Por tradición, una puta tradición. También por mis padres, porque si no seguía esa estúpida tradición perderían poder y después de su expediente podría ser peligroso para ellos, y aunque fuesen unos cabrones conmigo, yo no podía serlo con ellos, bastante hice al quitarles el puesto por mi propia cuenta.

-¿Dónde estabas? – me preguntó Mark cuando llegué junto a todos los demás, sentados en el suelo.

-En ningún sitio – contesté yo sentándome al lado de TaeMin, en una esquina, él tenía a Kai sentado entre sus piernas y apoyando la espalda en su pecho.

Todos me miraron esperando a que dijese dónde estaba, eran miradas curiosas e incluso de preocupación.

-Que es cosa mía – dije yo – no influye en nada sobre el plan – les aseguré – lo prometo.

-¿Estás bien? – me preguntó TaeMin frunciendo el ceño.

-Sí – sonreí y me apoyé bien en la pared – ¿De qué hablabais? – pregunté queriendo desviar la atención.

-Hacíamos apuestas sobre cómo sería la próxima presa – me dijo Kai quitándose el cigarro de los labios – llega en un par de horas.

-Morena – dijo Ten con seguridad.

-Morena no – lo contradijo Lucas – será rubia, ¿cómo es Mina? Morena. Pues toca rubia, y punto – rió un poco y yo metí mis manos en los bolsillos.

-Era – dijo TaeYong y todos lo miramos – era, no es – corrigió a Lucas – que está muerta.

-Tío, llevo diez minutos aquí y me has corregido siete veces – se quejó Lucas.

-Pues aprende a hablar, colega – rió un poco dándole una calada al cigarro y sonreí de lado dejando que se envolviesen en una tonta discusión a la que se añadieron los demás, porque TaeYong siempre nos corregía cuando hablábamos, los primeros días no, pero ya estaba cogiendo confianza.

Y de ahí pasaron a hablar de las manías de todos, o de las que nos percatábamos, pero yo no participé en esa conversación porque no tenía ganas, mis padres las habían absorbido y además, en el fondo, estaba dolido por esa visita en la que me había sentido machacado.

Ya debería estar acostumbrado, eran muchos años, pero supongo que el hecho de que fuesen mis padres no me lo permitía, no lograba acostumbrarme a su decepción y al asco que me habían cogido, ni me tenían en cuenta ni me aceptaban, y dolía.

El cuerpo de Lucas alzándose intervino en mi línea de pensamientos y él, que estaba sentado en la otra punta del círculo, caminó hasta estar a mi lado y sentarse. Todos lo miraron unos segundos pero enseguida volvieron a lo suyo, como si quisieran dejarnos solos.

-¿Qué te pasa? – preguntó tirando la colilla al suelo y pasando un brazo por mis hombros.

-¿Por qué crees que me pasa algo? – sonreí girando la cabeza para mirarlo.

-Estás serio – dijo él mirando al frente.

-Eso no significa que me pase algo – negué con la cabeza.

-A ver – suspiró, rodó los ojos y me miró, agachando un poco la cabeza – que no intentes convencerme – sonrió – solo dime que no me lo quieres explicar y ya está.

-Vale, pues no te lo quiero explicar – apreté los labios con fuerza y él los frunció.

-Pero alegra la cara – me dio un toquecito cariñoso con el dedo en la parte de debajo de la barbilla y sonreí por ese gesto – que es rarísimo verte serio, tío – rió – cuando te pones serio es porque vas a matar a alguien y da mal rollo, porque tienes un tenedor afilado para pinchar – bromeó.

-Vale – reí y él se movió para acomodarse mejor y bajar su brazo de mis hombros a mi cintura, para abrazarme de manera más cariñosa, como la anterior noche cuando nos besamos, eso me sorprendió, y esta vez también, pero me gustaba ese gesto.

Joder, Lucas me gustaba.

-Aunque si intentases matarme, fallarías, claramente – dijo él doblando una rodilla y sonriendo con superioridad.

-Lo dudo mucho – dije yo con tranquilidad y moviéndome para apoyar mi espalda a un lado de su pecho y mirar a los demás – más te vale que no lo intente, lo digo por tu bien – bromeé dejando que metiese su mano fría en el bolsillo de mi sudadera, junto a mis manos.

-Más te vale no matarme – atacó él – porque si me matas te vas a quedar con las ganas de follar conmigo – bromeó y sonreí negando con la cabeza – lo digo por tu bien – murmuró sonriendo.

La conversación verbal acabó ahí, pero nuestras manos jugaban con disimulo en el bolsillo de la sudadera, sin que nadie nos viese, se tocaban entre ellas, se acariciaban y jugaban, mientras nosotros seguíamos la conversación y yo participé, porque estaba algo más animado, y porque Lucas decidió atreverse a entrelazar sus dedos con los míos y, por supuesto, yo se lo correspondí y le agarré la mano.

TAEYONG P.O.V

Colgué el teléfono después de una larga conversación con Johnny, que estaba con DoYoung, YuTa y WinWin en Rumanía, buscando a Jackson Wang, sin éxito pero trabajarían día y noche, yo debía hablar con Ten para que volviese a buscarle la pista, por si se había movido de allí.

Afuera se oían los gritos de los presos dándole la bienvenida a la nueva presa, me había perdido su entrada pero la verdad es que me daba igual la nueva presa, aunque iba a ser mi compañera de celda. Después de encontrarme a Momo llorando por la muerte de Mina y a Lucas en mi celda, ella me avisó que sería ella quién ocuparía la litera de su amiga y la nueva presa la suya.

-TaeYong – el grito ahogado de JaeHyun sonó en el pasillo y asomé la cabeza – ven, ya, es la nueva presa.

Fruncí el ceño y él me agarró la muñeca para sacarme de ahí lo antes posible, me hacía daño de tanto apretar y podía saber que estaba preocupado solo por su manera de hablar y de agarrarme. Me sacó al patio, dónde todos estaban en círculo, me llevó entre la gente, empujándola y apartándola hasta ponernos los primeros, para que viese bien a la nueva presa frente a Momo y cuando la vi tuve que cerrar los ojos con fuerza y volverlos a abrir, porque no creía lo que veía, era YuNa. Mi YuNa.

Miré a Mark frente a mi, al otro lado del círculo y él suspiró tirándose del flequillo y apretando los labios, hice un gesto brusco para que JaeHyun me soltara y tragué saliva para comprobar que estaba vivo.

-Que os calléis – gritó JungKook pidiendo el silencio de todos.

-Sabía que sería rubia – susurró Lucas detrás de mí.

-¿Cómo te llamas? – le preguntó Momo a YuNa, que se mostraba serena, apoyando su peso sobre una pierna y con los brazos cruzados, masticando chicle.

-YuNa – contestó ella.

-¿Y cuántos años tienes? – Momo la miró frunciendo el ceño – exactamente.

-Quince años y diez meses – al decir su edad todos se sorprendieron y se dijeron algo entre ellos por lo bajo, yo agaché la cabeza y oí respirar a JaeHyun.

-Tú no puedes estar aquí – Momo negó con la cabeza.

-Ya – YuNa sonrió – legalmente vosotros tampoco, pero aquí estamos todos – se encogió de hombros y Momo levantó las cejas por su actitud.

-¿Cuál es tú condena? ¿Qué coño has hecho? – Momo también se cruzó de brazos, tratando de imponer, pero ella no conocía a YuNa, yo hacía un par de años que no la veía, pero si ya era una vacilona y kamikaze a sus trece, a los quince casi dieciséis, solo había empeorado.

-Eso ya es asunto mío – ladeó la cabeza.

-Te he preguntado – le dijo Momo exigiendo una respuesta.

-Y yo no te he contestado – se encogió de hombros y JungKook apartó a Momo, porque con la muerte de Mina estaba que saltaba a la mínima e iba a acabar pegándole, seguro.

El mismo JungKook nos obligó a irnos para quedarse solo con ella y no nos quedó otra que obedecer.

-JaeHyun – intenté alcanzar su mano antes de que se fuera pero se marchó a toda prisa a su celda y yo suspiré mirando al cielo, menuda puta mierda.

Yo también me metí en mi celda, Rosé y SuHo aún no estaban y YuNa menos, seguía hablando con JungKook, pero vendría en poco tiempo y yo ni siquiera sabía qué hacer. Lo que hice mientras llegaba fue sacar mi teléfono de nuevo para enviarle un mensaje a Johnny e investigase sobre porque YuNa estaba en la cárcel, no podía ser posible y que estuviese justo en la misma que la mía no era buena señal.

-Hola – Yuna interrumpió en la habitación con una bandeja de plástico en sus manos con sábanas y toallas y una gran sonrisa en sus labios – ¿es esta? – me preguntó señalando la cama de Momo, como si no me conociese de nada.

-Sí – asentí con la cabeza sentado en la cama de al lado y ella, como si yo no estuviese ahí, empezó a hacer la cama con tranquilidad – YuNa – suspiré y me rasqué la nuca – ¿qué haces aquí?

-Eso es cosa mía – me contestó igual que a Momo, pero yo no me iba a conformar con eso.

-No me jodas, YuNa – suspiré poniéndome en pie y ella sonrió con ironía.

-No te debo ninguna explicación, TaeYong – se puso recta cuando acabó de poner sus sábanas y me miró colocándose el pelo detrás de las orejas, la forma en la que se dirigió a mí me dolió, no me lo esperaba.

-Dime qué haces aquí, es una orden – apoyé la mano en el colchón de SuHo, que dormía encima de YuNa.

-Tú perdiste el derecho a darme órdenes desde hace mucho tiempo – dijo seria y sentándose en su cama.

-Joder – suspiré mirando al suelo y me froté la cara con las manos. – ¿Puedes decírmelo, por favor? – le supliqué mirándola fijamente a los ojos.

-Espera que piense – apretó los labios y miró al techo – no – se tumbó en la cama dejándose caer y empezó a leer lo que había en el techo de la litera.

Yo me rendí, porque justo entraron Rosé y SuHo, que se le presentaron sin darle mucha importancia y se subieron a sus literas para dormir. Yo me quedé sentado en la silla de la celda, mientras todos dormían yo tenía la mirada fija en el suelo y la cabeza puesta en YuNa, la niña que dormía a mi lado y que yo creía que estaba a salvo, hasta que la vi frente a Momo.

Tampoco me sacaba a JaeHyun de la cabeza, desde el momento en el que vino a buscarme a la celda ya lo vi preocupado y, conociéndolo, debía estar comiéndose la cabeza de miles de maneras.

Me puse en pie y miré por la ventanita para comprobar que JaeHyun no estaba ahí, pero sí que estaba sentado en un banco, con la espalda apoyada en la mesa y fumándose un cigarro. Miré que YuNa estuviese dormida y le hice un gesto con la mano a SuHo, que miraba el techo, para que la vigilase en mi ausencia, él asintió sin preguntar ni pedir explicaciones, por eso era mi amigo.

Salí al patio dónde solo estaba JaeHyun, encendiéndose un cigarro nuevo, y caminé hacia él, hasta colocarme delante.

-Quedamos en que no te fumarías más de dos al día – le dije quitándoselo de los labios y tirándolo al suelo, se estaba matando y no se lo iba a permitir.

-También quedamos en que todo estaría bien – suspiró – y no se te ocurra decirme que todo va a salir bien, porque sabes que no.

-No iba a hacerlo – negué con la cabeza levemente.

-¿Has hablado con ella? – me preguntó levantando la cabeza para mirarme.

-Muy poco, no me ha llegado a decir cuál es su condena y me ha dejado muy claro que no quiere saber nada de mí – suspiré y él apretó los labios con fuerza.

-¿Crees que sabe lo de JiSung?

-Estoy seguro que está aquí por él, es su hermano y con él nunca perdió el contacto, sabemos que harían lo que fuera el uno por el otro, y sabemos cómo es YuNa.

Asintió con la cabeza y la agachó para mirar al suelo, nos quedamos en silencio y yo lo miraba a él.

Hacía seis años que habíamos adoptado a YuNa y JiSung, dos mellizos de diez años huérfanos que estaban sometidos a la mafia de NCT127 por obligación, antes de que llegase al poder se adoptaban a los huérfanos y se les preparaba desde pequeños. Para cuando los conocimos, JaeHyun y yo estábamos juntos, él empezó a llevarse muy bien con los dos mellizos, los traía a escondidas del jefe a la casa donde vivíamos, cada vez más a menudo, hasta que nos unimos los cuatro muchísimo y decidimos adoptarlos para que dejasen de estar en manos de la mafia, porque YuNa no quería permanecer ahí, aunque fuese muy buena candidata incluso para líder, y JiSung prefería hacer otras cosas. Así que los adoptamos y le dimos una vida normal, con el colegio, los amigos, las extraescolares y las fiestas de cumpleaños en los jardines de sus amigos, lejos de las armas y las drogas.

Cuatro años más tarde, cuando nuestra vida no podía ir mejor y cuando yo ya tenía el poder de NCT127, las cosas se pusieron muy feas, tanto que ya sabíamos que íbamos a caer, almenos yo. YuNa también lo veía y me suplicó que me apartase, que frenase ese plan en el que estábamos envueltos, pero no lo hice. Y caí. Me encerraron en la cárcel y días más tarde a JaeHyun por motivos diferentes.

YuNa y JiSung se quedaron solos y YuNa nos culpaba de ello, sus padres biológicos los abandonaron con siete años, en un centro comercial, y como era la que peor lo llevaba de los dos mellizos, se volvió a sentir abandonada porque nosotros pudimos haberlo impedido pero no lo hicimos. Así que decidió irse, separarse de nosotros, no quería más traiciones, abandonos o dolor y se fue sola a Busan, a estudiar y a rehacer su vida sola, en un piso de estudiantes. Se cambió el número de teléfono y se encargó de que no la buscásemos y si lo hacíamos, de que no la encontrásemos. Solo hablaba con su hermano JiSung. Pero había vuelto a aparecer.

-La van a matar, TaeYong – murmuró JaeHyun sin apartar la vista del suelo, yo me incliné hacia delante y apoyé las manos en la mesa, encerrándolo entre esta y mi cuerpo – solo tiene dieciséis años y la han metido aquí porque saben que es tu hija.

-Ya – asentí con la cabeza y él me miró – ya lo sé, JaeHyun – suspiré sacudiendo la cabeza.

-Sinceramente, los del otro lado son los que menos me preocupan – dijo él sorbiéndose la nariz – YuNa es carne fresca aquí dentro.

-¿Quién te preocupa?

-Los peces gordos de aquí dentro y entre ellos TaeMin, BaekHyun y Ten – nombró a tres de mis compañeros más cercanos, con los que pasaba todo el día en los que empezaba a confiar.

-Ellos no van a hacer nada – le aseguré y él alzó las cejas – hablaré con ellos, si les digo que es mi hija no harán nada, nos ayudarán a controlar la situación.

-¿Por qué estás tan seguro de eso? ¿Te has leído bien su expediente? El de todos ellos.

-Porque son mis amigos, JaeHyun, no harán nada – repetí en su defensa, porque realmente confiaba en ese grupo que estábamos haciendo, todos teníamos mucho que perder – ¿sabes quién me preocupa a mi? JiSoo.

-Sí, esa zorra ya la ha fichado desde el primer momento, sabe que cualquier preso o presa pagaría por media hora con ella – dijo en un suspiro y yo asentí con la cabeza – joder – volvió a agachar la cabeza y se sorbió la nariz – somos penosos como padres – se llevó las manos a la cara y se echó a llorar.

Sabía desde el principio que lo iba a hacer pero aún así me partió en dos oírlo llorar, eso sí que era una puta tortura, ver a la persona que más quieres y has querido llorar, llorar tan desconsoladamente como lo estaba haciendo JaeHyun.

-Oye – susurré poniéndome de rodillas entre sus piernas – ya está – agarré su nuca para que apoyase la frente en mi hombro – no llores más, por favor – dejé un suave beso en su cuello y cerré los ojos sintiendo el olor a champú de marca blanca que nos daban en la cárcel y sintiendo su piel contra mis labios – haremos todo lo posible para que no le pase nada y para salvar a JiSung – acaricié su nuca con mis dedos y él acomodó su cara en mi cuello para después abrazarme – ¿con qué no hemos podido nosotros? – sonreí y puse mi mano libre en su cintura – hemos conseguido todo lo que hemos querido, siempre.

-Pero juntos – dijo él – así que deja de evitarme de una vez.

-Vale – susurré separándome y cogiéndole la cara con mis manos para secarle las lágrimas con los pulgares – lo siento.

-No puedo enfadarme contigo – dijo en un suspiro y sonreí – no sonrías, capullo – rió un poco y dejé un beso en sus labios.

-Vámonos – dije mirando de reojo hacia una de las ventanitas – JungKook está vigilándonos.

Él se giró para mirarlo y se sorbió la nariz enseñándole el dedo del medio para que se fuese a la mierda, no sabía que quería pero nada bueno, si venía de JungKook no podía ser nada más que algo malo.

Ambos nos pusimos en pie y nos metimos en las celdas, cuando entré en la mía, YuNa estaba de pie, mirando por la ventanita y fumando, así que supuse que lo había visto todo pero no le hice caso, ni siquiera intenté acercarme a hablar aunque me muriese de ganas de hacerlo y de abrazarla como antes.

Solo me metí en la cama y le di la espalda, necesitaba dormir y descansar para estar fresco al día siguiente.

 

 

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