Mexicana narra cómo es vivir a 14 horas de Wuhan, lugar donde se originó el coronavirus

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Mexicana narra cómo es vivir a 14 horas de Wuhan, lugar donde se originó el coronavirus

Mucho hemos escuchado y leído sobre la situación que se está viviendo en varios países del mundo ante la propagación […]

Mucho hemos escuchado y leído sobre la situación que se está viviendo en varios países del mundo ante la propagación del coronavirus, enfermedad originada en la ciudad más poblada de la zona central de China, Wuhan.

Información, datos y números dados a través de los medios noticiosos, sin embargo, una joven mexicana que reside a 14 horas de Wuhan ha decidido contar cómo ha sido la adaptación de los ciudadanos a esta ‘pandemia mortal’ que le ha quitado la vida a miles de personas alrededor del mundo.

“Adaptarse + sobreponerse a la situación = Sobrevivir. Ya vamos en el día 30 de la pandemia declarada.”, escribe al inicio de su escrito, el cual fue publicado en Facebook.

Araceli Stubbe, compartió además varias fotografías de cómo está viviendo el día a día en la ciudad y cuáles son las medidas de seguridad diarias que deben llevar a cabo los ciudadanos para evitar una mayor propagación.

A continuación te dejamos tal cual el escrito que compartió Araceli en su página de Facebook.

“Adaptarse + Sobreponerse a la situación = Sobrevivir: Ya vamos en el día 30ish de la epidemia declarada.

La neta, cuando me cayó el veinte de que esta es una situación seria, que COVID-19 se contagia SUPER FÁCIL, que los jóvenes sanos y educados (médicos) de grandes ciudades también se estaban muriendo, *si me daban ganas de llorar*. ¿Han jugado con ustedes mismos a que “si pisas la rayita de en un camino de azulejos, te mueres”? Bueno imagínense así pero con el aire. En el pico de la incertidumbre hace tres semanas yo hacía como que si se me metía aire no-filtrado a la nariz me moría. Me quería poner masking tape en los lados del cubrebocas para pegármelo bien a la piel. Me llené las manos de cortaditas de tanto lavar y desinfectar. Quería salir envuelta en plástico de burbuja, o no salir. La incertidumbre y el conteo obsesivo de nuevos casos me paralizó.

Al principio (por los 20’s de Enero) vimos cómo se empezaron a tomar medidas como pedir que nos pusieramos cubrebocas en la calle, toma de temperatura a la entrada de malls y a nuestros residenciales, hubo mucha divulgación de medidas de prevención de contagio (cómo ponerse una mascarilla, cómo lavarse las manos y cómo estornudar) y si me sacó de onda cuando los mensajes se dieron en Chino a través de los altavoces en las calles, un sábado en la mañana. Vimos cómo fueron cerrando los lugares de convivencia como bares y KTVs, luego restaurantes y parques, poco a poco.

Hoy las calles están silenciosas porque casi ni hay tiendas abiertas y ya todos saben que hacer: quedarse en casa lo más posible. El aire está bien limpio porque casi no hay coches. Se escuchan los pajaritos. Después del año nuevo Chino, los Godínez promedio fuimos avisados: que no regresaríamos a la oficina por 3 días, luego le agregaron dos semanas de home-office, pero observando nuestros síntomas y reportando diario cualquier anomalía. Firmamos juramentos de que diríamos la verdad por nuestro bien y el de los demás y también un compromiso de no esparcir chismes.

Los que son papás, se quedan cuidando a sus niños que tampoco han podido regresar a clases y están haciendo schooling virtual. Los que no, desde la semana pasada nos hemos rolado 3 días el sitio de trabajo. He bajado 3 kilos este mes, entre por comer poquito y por perder masa muscular, mi contador de pasos marca en promedio 36 pasos/día cuando me quedo en casa.

Las bulliciosa cafetería de la empresa de principios de enero Enero, hoy está marcada con cinta roja para que no te acerques a más de un metro de tus compañeros mientras haces fila para recoger tu lunch. Ya no nos dan esas deliciosas comilonas de cinco tiempos; ahora son noodles y comida pa’ llevar. Pero a llevar a dónde? A tu cubículo o a un rincón del estacionamiento donde no te acerques a otros en el terrible momento en el que te quitas el cubrebocas para poder meter comida a tu boca porque el hambre es canija.

Hoy, todos nos hemos acostumbrado: A lavarse las manos, con agua, jabón y alcohol veinte veces al día. A ponerte el cubrebocas sin tocarlo de enfrente para ponerlo ni para quitarlo. A cortarlo en pedacitos antes de desecharlo. A no tocarte los ojos. A agarrar desinfectante de manos en automático. A usar los Kleenex pegados al elevador para apretar el botón cubierto con kleenpack y a oler el aroma del piso y paredes completamente desinfectadas cada hora y media. El hand-sanitizer es el nuevo derecho público (en un país en donde era raríiiiiisimo encontrar jabón en el baño jajaja). Me acostumbré a salir con salir con más capas de ropa, porque el sistema de calentamiento central está apagado: recircular el aire entre pisos es mala idea.

Tal vez les toque a ustedes pronto, y se van a quejar, van a querer confrontar los cambios, van a “repelar” las nuevas órdenes pero les van a preguntar si tienen una mejor idea. Ojalá se adapten pronto, cooperen y ayuden a cuidarse entre todos como lo estamos haciendo aquí.

Créanme, a TODO se acostumbra uno, hasta al apocalipsis jajajaja.

Yo estoy a 1154 km de Wuhan, 14 horas en coche y pues aquí no ha pegado tan duro: en mi ciudad de 16.3 MILLONES de habitantes, ha habido menos de 150 casos. La última semana (22 al 26 de Febrero, 2020) ha habido CERO contagios.

Las provincias como la mía, en donde hay menos casos, sienten la responsabilidad de hacer lo que las otras ciudades más afectadas no pueden. De “jalar” por ellas pero no bajar la guardia.

Aquí desde los vigilantes mega comprometidos en revisarte la temperatura y NO dejarte salir sin cubrebocas, los policías que te llaman A TU CASA para saber si estás sano y te van a ver para corroborar, las tiendas, empresas y escuelas que cerraron, los arrendatarios que no están cobrando la renta de los locales y los bancos que están congelando el pago de la hipoteca de esos locales en pausa hasta la gente como mis amigos y yo que estamos obedeciendo nos lo tomamos en serio y nos hemos dado cuenta de que todos somos parte de este control.

Cómo le van a hacer los países en donde no pueden construir hospitales en 10 días? Donde la gente no esté acostumbrada a recibir órdenes autoritarias y seguir las reglas? Donde no se tiene la tecnología para hacer home-office eficiente? Sin que haya controles de quién se subió a qué vagón del metro? Donde la mayoría de los restaurantes no pueden compensar las perdidas del consumo en el local vendiendo comida para llevar? Donde no todos los adultos saben usar las apps para hacer el súper en línea? Dónde los policías no tienen tu número de teléfono para preguntarte cómo estás de salud? La gente de tu residencial se aguantaría poner en cuarentena? Podrían cerrar la ciudad en donde vives sin dejarte salir ni entrar, garantizando que si te quedas afuera tu casa estará segura? Los vecinos se organizarían para rescatar y darles de comer a las mascotas solitas? Hay cubrebocas con certificados de pruebas calidad y filtrado viral? Tenemos suficientes pruebas de diagnóstico? Si se enferman 40,000 personas en tu Estado, hay camas, médicos, ventiladores y recursos para atender a cuántos?

El gobierno Chino ha tomado medidas SIN PRECEDENTES en la historia de la salud social y verlo desde adentro (pero no en el mero aro de fuego) ha sido una gran experiencia.

Les digo algo: ya no hay tiempo para echarse culpas. Ojalá que las cosas que ha hecho bien China, les sirvan como referencia, y que aprendan de lo que ha fallado para mejorarlo a tiempo cuando tengan que implementar las medidas en sus países. Un mejor control de una pandemia así se puede lograr con un mejor gobierno, pero más importante, con una buena sociedad.

Si les toca, no sean los valientes o quejosos que se rehusan a ponerse cubrebocas porque les da calor o se les empañan los lentes. SÓLO H Á – G A N – L O.

Ahora regreso a mi departamento: en el residencial pasaré por un tapete empapado de Cloro o Dettol, me revisarán mi pase de entrada, me tomarán la temperatura y llegaré a la puerta #502. A este depa frío, a dónde no puedo invitar amigas a cenar desde hace un mes pero donde puedo andar sin mascarilla, tengo agua potable, agua caliente e internet. Mi alacena está llena, he guardado suficiente comida para dos meses y si necesito más se que todo lo puedo comprar en línea el súper de Wal-mart, IKEA, Sam’s y todo el mundo de chunches del Amazon Chino, Taobao. Me preparo para seguir sobreviviendo, en esta guerra invisible y aburrida, sin efectos especiales como las miles de personas más.

¡Hasta aquí mi reporte!

Bonus: Pros del COVID-19

1. Con la mascarilla no hay necesidad de maquillarse!
2. Las calles en China están más limpias que nunca, si no traes mascarilla, te taclean en la calle y te multan! Jaja todos los que se quejaban de que la gente aquí escupe, tranquilos, YA NO PASA!
3. Me he cocinado por primera vez desde hace mucho tiempo
4. Pude hacer home-office (dormir más)
5. Pude estar con mi esposo una semana extra después de las vacaciones.”

Foto: Araceli Stubbe
Foto: Araceli Stubbe
Foto: Araceli Stubbe

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